Hace algún tiempo una persona me decía que si alguien preguntaba acerca de la competencia de su profesión (economista, por cierto) respondía: “Somos todologos”, frase que terminaba con una sonrisa de orgullo. Sin darle mucha importancia, coloqué esta anécdota en el umbral de los recuerdos vagos al menos hasta esta semana, cuando, por una discusión en el salón de clase, una avalancha de críticas volcó contra la afirmación de que los estudiantes y estudiosos (que no es lo mismo) de cada ciencia deben avocarse a los temas para los que fueron educados, de esta manera: los administradores deben avocarse a los problemas de administración pública y privada, los contadores deben entender de contabilidad de la empresa y de gobierno, les compete a los politólogos el estudio de las relaciones políticas, a los abogados el estudio de las leyes, etc.
El tema pareciera algo obvio, aunque por desgracia la gente demuestra lo contrario, suplico que solo sea imprecisión en el concepto de la ciencia (que se puede aclarar echando un ojo a alguna buena literatura del tema) y no vanidad, ignorancia descarada, necedad, falsa sensación de omnipotencia o un error en la vocación.
Cada vez son más comunes los estudios interdisciplinarios para explicar fenómenos complejos y alguien podría argumentar esto en defensa de que los economistas deben meterse en todos los campos (¡ya imagino un economista de biólogo marino!), pero la existencia de esta dependencia refleja lo contrario: necesitamos de otros profesionistas porque la ciencia económica no alcanza para explicar todo. Sí, es difícil trabajar en el umbral y saber donde termina nuestra competencia, aun así hay cosas obvias a un buen sentido común.
Algo es cierto, ¡no somos “todologos”!
El tema pareciera algo obvio, aunque por desgracia la gente demuestra lo contrario, suplico que solo sea imprecisión en el concepto de la ciencia (que se puede aclarar echando un ojo a alguna buena literatura del tema) y no vanidad, ignorancia descarada, necedad, falsa sensación de omnipotencia o un error en la vocación.
Cada vez son más comunes los estudios interdisciplinarios para explicar fenómenos complejos y alguien podría argumentar esto en defensa de que los economistas deben meterse en todos los campos (¡ya imagino un economista de biólogo marino!), pero la existencia de esta dependencia refleja lo contrario: necesitamos de otros profesionistas porque la ciencia económica no alcanza para explicar todo. Sí, es difícil trabajar en el umbral y saber donde termina nuestra competencia, aun así hay cosas obvias a un buen sentido común.
Algo es cierto, ¡no somos “todologos”!
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