“Lo que gritan los seres confusamente desde su inconsciente, lo que gritan las cosas…”, así definía Ramón Gómez de la Serna al género literario que formalizó (pero no descubrió): la greguería. Estas metáforas humorísticas e ingeniosas se pueden convertir en delicias para el alma:
Como daba besos lentos, duraban más sus amores.
Entre los carriles de las vías del tren, crecen flores suicidas.
Roncar es tomar ruidosamente sopa de sueños.
Todas las anteriores fueron imaginadas por Gómez de la Serna; para desgracia del incauto que lea esto también hice algunas:
Los ojos de la joven lectora tenían índice y estaban numerados.
La ofensa más grande es apuntarle a alguien con ese dedo de metal que llaman revolver.
Intentaba ser sincero y todo lo que decía lo blanqueaba al sol.
El sonido de los dedos sobre las teclas es el sonido de la lluvia (compuesta de ideas) al caer.
Sin duda la greguería es literatura que solo su fundador puede realizar con éxito total. Más greguerías de Ramón Gómez (y otros aspectos de su trabajo) aquí.
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