Distinguir entre un acto de fe y una deducción en ocasiones es complicado (y sorprendente que así sea), la forma en la que se expresa la idea tiene mucho que ver. A veces se nos presentan en declaraciones vagas donde nuestras ansias completan los huecos faltantes, otras veces aparecen repetidas infinitamente pero referidas a un proceso inminente y en otras la estadística es la aliada de los falsos profetas.
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“Lo he visto, el próximo año cae Franco”, decía un exiliado en México víctima de esa tragedia que fue la guerra civil española. Desde el primer año de su destierro repitió la letanía hasta que en 1975 la predicción fue cierta y el gobierno de Franco terminó, Francisco Franco había muerto. Eventualmente todos moriremos.
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Al morir Cecilia Weiss su hijo no pudo superar fácilmente la pérdida e intentó comunicarse con ella desde la lejana muerte. Esto lo llevó a poner en evidencia a mucha gente que aseguraba tener poderes sobrenaturales para charlar con los muertos, evidentemente esto no era así y sus poderes no eran más que elaborados trucos mágicos que obraban a la par de la esperanza de los parientes del difunto.
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Si a 64 000 personas les decimos que el precio del oro subirá al finalizar el día y a 64 000 personas les decimos lo contrario, tendremos 64 000 personas a las que dijimos la opción correcta. Al siguiente día decimos a la mitad de las 64 000 personas que recibieron la información correcta que el precio del oro subirá y a la otra mitad que bajará, al final del día 32 000 personas tendrán la respuesta correcta. Después de 10 días 125 personas habrán tenido siempre la opción correcta y fácilmente podremos obtener un contrato como consultor aunque no sepamos nada acerca del mercado del oro.
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