Hasta hace muy poco la aspiración de algunas personas en México era que el país se pareciera a Chile siguiendo el modelo chileno (ahora esas aspiraciones nacionales se han movido hacia Brasil). Ver el crecimiento como consecuencia de un “modelo” es un error muy común, el tiempo y las circunstancias históricas son determinantes para el crecimiento y particulares en cada nación. El mito del modelo chileno es expuesto por Ricardo Ffrench-Davis en el libro “Economic Reforms in Chile: From Dictatorship to Democracy”, donde atinadamente señala que la actualidad económica chilena es consecuencia de tres estadios de desarrollo heterogéneos.
* Periodo (1973-1981). Se lleva a cabo una profunda liberalización financiera y del comercio, además de la adopción de políticas económicas neutrales y privatizaciones masivas. Teniendo como resultado la reducción de la inflación y la eliminación del déficit fiscal pero a la vez una caída de 14% del PIB y un desempleo de 30%, además de incremento en la pobreza y empeoramiento de la distribución del ingreso.
* Periodo (1982 – 1989). El gobierno comenzó a actuar en la economía mediante aumentos de tarifas, incentivos a la exportación y una regulación estricta de los mercados financieros. Lo que tuvo como consecuencia la recuperación de la economía, sin embargo el crecimiento anual promedio del PIB fue de apenas 2.9%.
* Periodo (1990-1998). Chile regresa al sistema democrático y lo hace acompañado de una reforma laboral, una reforma tributaria y una reforma de las políticas macroeconómicas anticíclo (con especial énfasis hacia la regulación de la cuenta de capital). Gracias a esto se alcanzó un crecimiento del PIB medio anual de 7.1% con una cierta mejora en la distribución del ingreso y una fuerte caída en la pobreza.
A finales de los años 90’s el Banco Central de Chile cambió su postura ante la regulación de la cuenta de capital, lo que llevó a que el tipo de cambio y la demanda interna siguieran a los flujos financieros, haciéndolos víctimas de la volatilidad, lo que a juicio de Ffrench-Davis ha sido determinante para el empeoramiento de la economía chilena llevando el crecimiento promedio del periodo 1999-2008 a un modesto 3.7%. A pesar de esto la distribución del ingreso ha mejorado aunque la desigualdad sigue siendo alta.
Podemos apreciar que Chile ha fluctuado de un modelo neoliberal puro pasando por intervencionismo estatal hasta llegar a un híbrido económico. ¿Funcionarían estos modelos en la realidad mexicana? Seguramente no, ya que nuestra situación histórica es distinta, lo que sí puede ayudar es la lección que nos deja el caso chileno; las reformas necesarias (fiscal, laboral, etc.) deben hacerse pensando en el mejoramiento de la distribución del ingreso (impuestos progresivos, respetar derechos laborales, etc.) y buscar el equilibrio entre el regulacionismo y la liberalización.